El
mito de que las personas con diabetes no pueden comer dulces ni postres
está por venirse abajo, ya que investigaciones recientes señalan que
estos pacientes pueden incluir en su dieta cantidades moderadas de
azúcar y mantener un control adecuado de glucosa en sangre.
Científicamente
se ha demostrado que desde el inicio de la vida el sabor dulce ocupa el
primer lugar dentro de las predilecciones gustativas del ser humano,
preferencia de la cual la persona con diabetes no está exenta. No
obstante, satisfacer dicho deseo puede acarrearle muchos problemas,
sobre todo si lo hace sin medida, pero teniendo ciertos cuidados el
antojo puede ser saciado mediante postres y golosinas.
Para
explicarnos mejor, recordemos que la diabetes es un síndrome
caracterizado por acumulación excesiva de glucosa (azúcar) en la sangre,
debido a baja producción de insulina (hormona generada por el
páncreas), sustancia que se encarga de transportarla a todo el
organismo. Existen dos tipos:
- Tipo 1. Se presenta en personas en las que la
generación de insulina es escasa o nula; la mayoría de los pacientes con
esta afección la desarrollan antes de los 30 años de edad.
- Tipo 2. Se origina cuando el páncreas continúa
produciendo insulina, pero el organismo crea resistencia a sus efectos;
generalmente aparece a partir de la tercera década de vida, y una de las
causas principales es la obesidad.
Ahora bien, la glucosa pertenece al grupo de los
carbohidratos, nutrientes que deben estar presentes siempre en el
organismo, ya que además de proveerlo de energía, permiten el "ahorro"
de proteínas para construir y reparar los músculos. Deben constituir
aproximadamente 60% de la dieta diaria de cualquier individuo, así se
trate de mujeres embarazadas, niños, deportistas o personas con
diabetes; los carbohidratos se clasifican en:
Simples. Se
caracterizan por tener sabor dulce, se digieren desde que entran en
contacto con la saliva y pasan rápidamente a la sangre, por ello brindan
energía de inmediato; se dividen en monosacáridos (por ejemplo,
glucosa, fructosa y galactosa, cuyas fuentes principales son la miel,
frutas y leche) y disacáridos (sacarosa, maltosa y lactosa, que se
encuentran en azúcar de caña, leche, cerveza y mermeladas).
Complejos.
Tardan más tiempo en digerirse y, por tanto, su paso a la sangre es
lento; no son dulces, y entre ellos se encuentran los oligosacáridos
(maltotriosas y dextrinas, contenidas, por ejemplo, en bebidas
energéticas para deportistas) y polisacáridos; estos últimos se dividen
en feculentos (almidón y féculas, como papas, camote, cereales, pastas,
pan y plátano) y fibrosos (llamados celulosa, lignina y pectina, como
arroz, tortilla, salvado de trigo y de avena, manzanas y hortalizas
verdes, entre otros).
¿También azúcar?
Aun en nuestros días hay muchos mitos sobre la alimentación del
paciente con diabetes, por ejemplo, que no debe comer pan, frutas ni
cereales, pero la realidad es que su dieta debe ser casi tan normal como
la que sigue quien no tiene este padecimiento, simplemente cuidando la
ingestión de grasas en caso de obesidad, aumentando las cantidades de
fibra y, por supuesto, controlando las cantidades de azúcar.
Sobre
este compuesto es importante aclarar que en su forma más pura contiene
porciones de fibra (aportadas por la caña), y se le conoce como
mascabado o morena, y su consumo representa doble beneficio al
organismo, ya que permite tener mejor digestión y se absorbe en forma
lenta, lo cual impide que los niveles de glucosa en sangre se
incrementen rápidamente. Cuando este nutriente es sometido a proceso de
refinamiento pierde toda la fibra, lo cual le resta sus propiedades
digestivas y provoca que pase con mayor rapidez al torrente sanguíneo.
La nutrióloga Sandra Woodruff refiere en su libro
Postres para
diabéticos que si una persona sana debe limitar su consumo diario de
azúcar a 50 gramos, es decir, 12 y media cucharaditas, para quienes
padecen diabetes se recomienda la mitad, o sea, seis cucharaditas.
Lo
que sugiere la especialista es aprovechar la dulzura natural de los
alimentos sin necesidad de azúcar, como las harinas integrales, avenas,
germen de trigo, frutas (enteras, en jugo y puré), vainilla, nuez
moscada y productos lácteos bajos en grasa.
¿Edulcorantes para pacientes con diabetes?
Existen dos categorías básicas de edulcorantes o sustitutos de azúcar:
Nutritivos.
Se les llama así porque aportan calorías y elevan la glucosa en sangre.
Incluyen azúcares como sacarosa, dextrosa, lactosa, maltosa, miel,
jarabe de maíz, molasas, concentrados de jugos de frutas y polioles
(sorbitol, manitol y xilitol).
De los miembros de este grupo es
particularmente importante para personas con diabetes la fructosa, ya
que eleva la glucosa más lentamente que el resto de azúcares. Se pueden
encontrar en el mercado gran variedad productos endulzados con este
compuesto y también en forma natural para hornear panes y pasteles o
preparar postres que no eleven mucho la glucosa.
No nutritivos. Este
grupo no aporta calorías ni sube la glucosa en sangre, siendo los más
característicos sacarina, maltodextrinas, aspartame y acesulfame
potásico. La FDA (Agencia de Alimentos y Drogas de los Estados Unidos,
por sus siglas en inglés) establece un límite de consumo en aspartame de
25 sobres o 17 latas de refrescos al día, misma medida para la
sacarina. Vale la pena destacar que no debe abusarse de estos productos,
pues si bien no elevan la glucosa ni generan daños en el organismo, sí
incrementan el gusto por el sabor dulce en los alimentos.
A
manera de consejo tenga presente al revisar la etiqueta de productos
alimenticios que todo aquel ingrediente cuyo nombre termine en osa
(sacarosa, glucosa, fructosa, maltosa o lactosa) refiere a un azúcar
simple. Si la etiqueta está rotulada en inglés, el equivalente es ose
(glucose, fructose, sucrose, etc.).
Es así que los pacientes con
diabetes pueden consumir alimentos light es decir, gelatina baja en
calorías o bebidas endulzadas con sustitutos de azúcar -como los antes
mencionados-, pero no en cantidades excesivas, ya que pueden provocar
diarrea. No obstante, consulte a su médico sobre la ingestión de
edulcorantes.
Finalmente, para despejar toda duda, los
nutriólogos reconocen que alimentos apetitosos, como dulces, galletas y
pasteles aportan calorías y no son muy nutritivos, incluso tienen
también alto contenido de grasas y colesterol, pero en pequeñas
cantidades ayudan a controlar los niveles de glucosa y grasas en sangre y
a bajar la tensión arterial, incluso a perder un poco de peso, claro,
siempre cuidando los excesos.
- See more at:
http://www.saludymedicinas.com.mx/centros-de-salud/diabetes/consejos-alimenticios/el-paciente-con-diabetes-si-puede-comer-postres.html#sthash.tI8aTa8O.dpuf
El
mito de que las personas con diabetes no pueden comer dulces ni postres
está por venirse abajo, ya que investigaciones recientes señalan que
estos pacientes pueden incluir en su dieta cantidades moderadas de
azúcar y mantener un control adecuado de glucosa en sangre.
Científicamente
se ha demostrado que desde el inicio de la vida el sabor dulce ocupa el
primer lugar dentro de las predilecciones gustativas del ser humano,
preferencia de la cual la persona con diabetes no está exenta. No
obstante, satisfacer dicho deseo puede acarrearle muchos problemas,
sobre todo si lo hace sin medida, pero teniendo ciertos cuidados el
antojo puede ser saciado mediante postres y golosinas.
Para
explicarnos mejor, recordemos que la diabetes es un síndrome
caracterizado por acumulación excesiva de glucosa (azúcar) en la sangre,
debido a baja producción de insulina (hormona generada por el
páncreas), sustancia que se encarga de transportarla a todo el
organismo. Existen dos tipos:
- Tipo 1. Se presenta en personas en las que la
generación de insulina es escasa o nula; la mayoría de los pacientes con
esta afección la desarrollan antes de los 30 años de edad.
- Tipo 2. Se origina cuando el páncreas continúa
produciendo insulina, pero el organismo crea resistencia a sus efectos;
generalmente aparece a partir de la tercera década de vida, y una de las
causas principales es la obesidad.
Ahora bien, la glucosa pertenece al grupo de los
carbohidratos, nutrientes que deben estar presentes siempre en el
organismo, ya que además de proveerlo de energía, permiten el "ahorro"
de proteínas para construir y reparar los músculos. Deben constituir
aproximadamente 60% de la dieta diaria de cualquier individuo, así se
trate de mujeres embarazadas, niños, deportistas o personas con
diabetes; los carbohidratos se clasifican en:
Simples. Se
caracterizan por tener sabor dulce, se digieren desde que entran en
contacto con la saliva y pasan rápidamente a la sangre, por ello brindan
energía de inmediato; se dividen en monosacáridos (por ejemplo,
glucosa, fructosa y galactosa, cuyas fuentes principales son la miel,
frutas y leche) y disacáridos (sacarosa, maltosa y lactosa, que se
encuentran en azúcar de caña, leche, cerveza y mermeladas).
Complejos.
Tardan más tiempo en digerirse y, por tanto, su paso a la sangre es
lento; no son dulces, y entre ellos se encuentran los oligosacáridos
(maltotriosas y dextrinas, contenidas, por ejemplo, en bebidas
energéticas para deportistas) y polisacáridos; estos últimos se dividen
en feculentos (almidón y féculas, como papas, camote, cereales, pastas,
pan y plátano) y fibrosos (llamados celulosa, lignina y pectina, como
arroz, tortilla, salvado de trigo y de avena, manzanas y hortalizas
verdes, entre otros).
¿También azúcar?
Aun en nuestros días hay muchos mitos sobre la alimentación del
paciente con diabetes, por ejemplo, que no debe comer pan, frutas ni
cereales, pero la realidad es que su dieta debe ser casi tan normal como
la que sigue quien no tiene este padecimiento, simplemente cuidando la
ingestión de grasas en caso de obesidad, aumentando las cantidades de
fibra y, por supuesto, controlando las cantidades de azúcar.
Sobre
este compuesto es importante aclarar que en su forma más pura contiene
porciones de fibra (aportadas por la caña), y se le conoce como
mascabado o morena, y su consumo representa doble beneficio al
organismo, ya que permite tener mejor digestión y se absorbe en forma
lenta, lo cual impide que los niveles de glucosa en sangre se
incrementen rápidamente. Cuando este nutriente es sometido a proceso de
refinamiento pierde toda la fibra, lo cual le resta sus propiedades
digestivas y provoca que pase con mayor rapidez al torrente sanguíneo.
La nutrióloga Sandra Woodruff refiere en su libro
Postres para
diabéticos que si una persona sana debe limitar su consumo diario de
azúcar a 50 gramos, es decir, 12 y media cucharaditas, para quienes
padecen diabetes se recomienda la mitad, o sea, seis cucharaditas.
Lo
que sugiere la especialista es aprovechar la dulzura natural de los
alimentos sin necesidad de azúcar, como las harinas integrales, avenas,
germen de trigo, frutas (enteras, en jugo y puré), vainilla, nuez
moscada y productos lácteos bajos en grasa.
¿Edulcorantes para pacientes con diabetes?
Existen dos categorías básicas de edulcorantes o sustitutos de azúcar:
Nutritivos.
Se les llama así porque aportan calorías y elevan la glucosa en sangre.
Incluyen azúcares como sacarosa, dextrosa, lactosa, maltosa, miel,
jarabe de maíz, molasas, concentrados de jugos de frutas y polioles
(sorbitol, manitol y xilitol).
De los miembros de este grupo es
particularmente importante para personas con diabetes la fructosa, ya
que eleva la glucosa más lentamente que el resto de azúcares. Se pueden
encontrar en el mercado gran variedad productos endulzados con este
compuesto y también en forma natural para hornear panes y pasteles o
preparar postres que no eleven mucho la glucosa.
No nutritivos. Este
grupo no aporta calorías ni sube la glucosa en sangre, siendo los más
característicos sacarina, maltodextrinas, aspartame y acesulfame
potásico. La FDA (Agencia de Alimentos y Drogas de los Estados Unidos,
por sus siglas en inglés) establece un límite de consumo en aspartame de
25 sobres o 17 latas de refrescos al día, misma medida para la
sacarina. Vale la pena destacar que no debe abusarse de estos productos,
pues si bien no elevan la glucosa ni generan daños en el organismo, sí
incrementan el gusto por el sabor dulce en los alimentos.
A
manera de consejo tenga presente al revisar la etiqueta de productos
alimenticios que todo aquel ingrediente cuyo nombre termine en osa
(sacarosa, glucosa, fructosa, maltosa o lactosa) refiere a un azúcar
simple. Si la etiqueta está rotulada en inglés, el equivalente es ose
(glucose, fructose, sucrose, etc.).
Es así que los pacientes con
diabetes pueden consumir alimentos light es decir, gelatina baja en
calorías o bebidas endulzadas con sustitutos de azúcar -como los antes
mencionados-, pero no en cantidades excesivas, ya que pueden provocar
diarrea. No obstante, consulte a su médico sobre la ingestión de
edulcorantes.
Finalmente, para despejar toda duda, los
nutriólogos reconocen que alimentos apetitosos, como dulces, galletas y
pasteles aportan calorías y no son muy nutritivos, incluso tienen
también alto contenido de grasas y colesterol, pero en pequeñas
cantidades ayudan a controlar los niveles de glucosa y grasas en sangre y
a bajar la tensión arterial, incluso a perder un poco de peso, claro,
siempre cuidando los excesos.
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mito de que las personas con diabetes no pueden comer dulces ni postres
está por venirse abajo, ya que investigaciones recientes señalan que
estos pacientes pueden incluir en su dieta cantidades moderadas de
azúcar y mantener un control adecuado de glucosa en sangre.
Científicamente
se ha demostrado que desde el inicio de la vida el sabor dulce ocupa el
primer lugar dentro de las predilecciones gustativas del ser humano,
preferencia de la cual la persona con diabetes no está exenta. No
obstante, satisfacer dicho deseo puede acarrearle muchos problemas,
sobre todo si lo hace sin medida, pero teniendo ciertos cuidados el
antojo puede ser saciado mediante postres y golosinas.
Para
explicarnos mejor, recordemos que la diabetes es un síndrome
caracterizado por acumulación excesiva de glucosa (azúcar) en la sangre,
debido a baja producción de insulina (hormona generada por el
páncreas), sustancia que se encarga de transportarla a todo el
organismo. Existen dos tipos:
- Tipo 1. Se presenta en personas en las que la
generación de insulina es escasa o nula; la mayoría de los pacientes con
esta afección la desarrollan antes de los 30 años de edad.
- Tipo 2. Se origina cuando el páncreas continúa
produciendo insulina, pero el organismo crea resistencia a sus efectos;
generalmente aparece a partir de la tercera década de vida, y una de las
causas principales es la obesidad.
Ahora bien, la glucosa pertenece al grupo de los
carbohidratos, nutrientes que deben estar presentes siempre en el
organismo, ya que además de proveerlo de energía, permiten el "ahorro"
de proteínas para construir y reparar los músculos. Deben constituir
aproximadamente 60% de la dieta diaria de cualquier individuo, así se
trate de mujeres embarazadas, niños, deportistas o personas con
diabetes; los carbohidratos se clasifican en:
Simples. Se
caracterizan por tener sabor dulce, se digieren desde que entran en
contacto con la saliva y pasan rápidamente a la sangre, por ello brindan
energía de inmediato; se dividen en monosacáridos (por ejemplo,
glucosa, fructosa y galactosa, cuyas fuentes principales son la miel,
frutas y leche) y disacáridos (sacarosa, maltosa y lactosa, que se
encuentran en azúcar de caña, leche, cerveza y mermeladas).
Complejos.
Tardan más tiempo en digerirse y, por tanto, su paso a la sangre es
lento; no son dulces, y entre ellos se encuentran los oligosacáridos
(maltotriosas y dextrinas, contenidas, por ejemplo, en bebidas
energéticas para deportistas) y polisacáridos; estos últimos se dividen
en feculentos (almidón y féculas, como papas, camote, cereales, pastas,
pan y plátano) y fibrosos (llamados celulosa, lignina y pectina, como
arroz, tortilla, salvado de trigo y de avena, manzanas y hortalizas
verdes, entre otros).
¿También azúcar?
Aun en nuestros días hay muchos mitos sobre la alimentación del
paciente con diabetes, por ejemplo, que no debe comer pan, frutas ni
cereales, pero la realidad es que su dieta debe ser casi tan normal como
la que sigue quien no tiene este padecimiento, simplemente cuidando la
ingestión de grasas en caso de obesidad, aumentando las cantidades de
fibra y, por supuesto, controlando las cantidades de azúcar.
Sobre
este compuesto es importante aclarar que en su forma más pura contiene
porciones de fibra (aportadas por la caña), y se le conoce como
mascabado o morena, y su consumo representa doble beneficio al
organismo, ya que permite tener mejor digestión y se absorbe en forma
lenta, lo cual impide que los niveles de glucosa en sangre se
incrementen rápidamente. Cuando este nutriente es sometido a proceso de
refinamiento pierde toda la fibra, lo cual le resta sus propiedades
digestivas y provoca que pase con mayor rapidez al torrente sanguíneo.
La nutrióloga Sandra Woodruff refiere en su libro
Postres para
diabéticos que si una persona sana debe limitar su consumo diario de
azúcar a 50 gramos, es decir, 12 y media cucharaditas, para quienes
padecen diabetes se recomienda la mitad, o sea, seis cucharaditas.
Lo
que sugiere la especialista es aprovechar la dulzura natural de los
alimentos sin necesidad de azúcar, como las harinas integrales, avenas,
germen de trigo, frutas (enteras, en jugo y puré), vainilla, nuez
moscada y productos lácteos bajos en grasa.
¿Edulcorantes para pacientes con diabetes?
Existen dos categorías básicas de edulcorantes o sustitutos de azúcar:
Nutritivos.
Se les llama así porque aportan calorías y elevan la glucosa en sangre.
Incluyen azúcares como sacarosa, dextrosa, lactosa, maltosa, miel,
jarabe de maíz, molasas, concentrados de jugos de frutas y polioles
(sorbitol, manitol y xilitol).
De los miembros de este grupo es
particularmente importante para personas con diabetes la fructosa, ya
que eleva la glucosa más lentamente que el resto de azúcares. Se pueden
encontrar en el mercado gran variedad productos endulzados con este
compuesto y también en forma natural para hornear panes y pasteles o
preparar postres que no eleven mucho la glucosa.
No nutritivos. Este
grupo no aporta calorías ni sube la glucosa en sangre, siendo los más
característicos sacarina, maltodextrinas, aspartame y acesulfame
potásico. La FDA (Agencia de Alimentos y Drogas de los Estados Unidos,
por sus siglas en inglés) establece un límite de consumo en aspartame de
25 sobres o 17 latas de refrescos al día, misma medida para la
sacarina. Vale la pena destacar que no debe abusarse de estos productos,
pues si bien no elevan la glucosa ni generan daños en el organismo, sí
incrementan el gusto por el sabor dulce en los alimentos.
A
manera de consejo tenga presente al revisar la etiqueta de productos
alimenticios que todo aquel ingrediente cuyo nombre termine en osa
(sacarosa, glucosa, fructosa, maltosa o lactosa) refiere a un azúcar
simple. Si la etiqueta está rotulada en inglés, el equivalente es ose
(glucose, fructose, sucrose, etc.).
Es así que los pacientes con
diabetes pueden consumir alimentos light es decir, gelatina baja en
calorías o bebidas endulzadas con sustitutos de azúcar -como los antes
mencionados-, pero no en cantidades excesivas, ya que pueden provocar
diarrea. No obstante, consulte a su médico sobre la ingestión de
edulcorantes.
Finalmente, para despejar toda duda, los
nutriólogos reconocen que alimentos apetitosos, como dulces, galletas y
pasteles aportan calorías y no son muy nutritivos, incluso tienen
también alto contenido de grasas y colesterol, pero en pequeñas
cantidades ayudan a controlar los niveles de glucosa y grasas en sangre y
a bajar la tensión arterial, incluso a perder un poco de peso, claro,
siempre cuidando los excesos.
- See more at:
http://www.saludymedicinas.com.mx/centros-de-salud/diabetes/consejos-alimenticios/el-paciente-con-diabetes-si-puede-comer-postres.html#sthash.tI8aTa8O.dpuf